Asimismo, a muchos les faltó decir que hubo varias víctimas de violación en las detenciones y que mujeres fueron golpeadas por tener pollera y, al final, la persecución de las que fuimos víctimas todas y todos los que no pensábamos igual que ellos, los golpistas violentos, con un odio que se reflejaba en sus ojos y se sentía con sus puños y patadas, y vino acompañada de una crisis sanitaria mundial que después que se perpetró el golpe la derecha aprovechó para encerrarnos sin un plan sanitario ni de contención, el que finalmente funcionó como una excusa perfecta para terminar de amedrentar a nuestro pueblo y robar.
Colectivas al Sur se crea en un contexto donde nuestras vidas se ven amenazadas primeramente por un golpe de Estado que tenía como característica en los puntos de bloqueo a mujeres, abuelas, quienes coordinaban con las vecinas y vecinos, arrastrando a los nietos por un tema “patriótico” del que muchos ya dieron un balance pero pocos atinaron a decir que las mujeres jugaron un rol fundamental en un golpe que tuvo como resultado dos masacres y más de un centenar de heridas y heridos y detenidas y detenidos.
En esa situación, llegamos a la conclusión de que o nos mataba el virus o nos moríamos de hambre, o éramos asesinadas por un gobierno de facto. Decidimos, entonces, juntarnos, entretejer pensamientos y acciones indignadas por las medidas patriarcales y fascistas a las que nos enfrentamos. Decidimos pronunciarnos, sacar comunicados en las redes, ante la falta de ética profesional de los medios de comunicación, que con sus voces y micrófonos tuvieron un precio, y sobre todo dar a conocer nuestra voz como mujeres de izquierda que no nos sentíamos representadas por las interlocutoras de la derecha y sus amigas fanáticas y su patrones machos y violentos. Sufrimos amenazas de muerte, amenazaron con violarnos, con golpearnos, con cortarnos la cara durante cada acción callejera que hicimos repudiando y denunciando las acciones del gobierno de facto y de la Resistencia Juvenil Kochala, un grupo paramilitar que andaba por Cochabamba libremente y armado, cometiendo vandalismo a vista y paciencia de las fuerzas llamadas por ley a supuestamente protegernos; hasta llegamos a un momento que decíamos: “Si ves a un motoquero grita y si ves a un uniformado verde corre por tu vida”.
Desde la entrada a la Plaza de las Banderas, que era un monumento de la Resistencia, nos animamos a tomar las calles y denunciar los delitos que cometían, en especial contra las mujeres de pollera, sacamos pronunciamientos, uniendo nuestras voces con otras colectivas y perdiendo el miedo a paso que avanzábamos cada vez más firmes y más fuertes, sin miedo. Nos chocamos también con liberales, no necesariamente feministas, porque nosotras entendemos que el feminismo es de izquierda y revolucionario y si no, pues, no lo es, ya que trataron de robarnos las conquistas para sus beneficios capitalistas e individuales que reprochamos y no estamos de acuerdo y tampoco dispuestas a cederles nada.
Hoy nos falta entretejernos aún más, pues es necesario tener una voz desde las mujeres de izquierda revolucionaria desde abajo, de forma independiente, fortaleciendo un feminismo propio que avance sin hipocresías y mentiras para la construcción de una nueva sociedad justa, equitativa y libre, es decir, sin machismo, sin capitalismo y sin colonialismo.
Colectivas al Sur
Descargar Revista Maya Nº 58 AQUÍ