“En los años 60, Fidel Castro y Guevara eran máximos exponentes de la corriente revolucionaria autónoma conocida entonces como castrismo o fidelismo, que reivindicaba el antimperialismo, la vía armada, el carácter socialista de las revoluciones y el internacionalismo; era opuesta o diferente de las posiciones e ideas del campo soviético, mas también ajena a las de China. El pensamiento de Guevara fue la principal formulación teórica de la Revolución cubana de los años 60, la primera socialista autóctona triunfante en Occidente. Guevara no intentó crear una corriente teórica; pero asumió enfáticamente que sus ideas y búsquedas expresaban una concepción particular del marxismo. Aunque no fue enunciada expresamente de manera filosófica, en esa concepción se basa su elaboración de criterios en cuestiones tan diversas como el humanismo o las teorías sobre la sociedad capitalista, las revoluciones de liberación, la transición socialista y el comunismo.
Guevara se opuso resueltamente al desprecio pragmático por la teoría, y a la vez al seguidismo intelectual de las líneas políticas. Tuvo una clara comprensión del lugar histórico desde el cual actuaba, y de la situación en que se encontraba el marxismo en los años 60. Su concepción relaciona íntimamente los ámbitos y problemas de: a) las luchas por el poder político con los de los regímenes de transición socialista; b) el desarrollo de los individuos con el de las relaciones sociales y las instituciones, desde el inicio de las luchas y en toda la transición socialista; c) las escalas nacional, internacional y mundial. Trabajó entonces con una gran diversidad de aspectos y con una firme tendencia a integrarlos en totalidades de conocimiento o formular problemas y sugerencias, siempre incluidos los juicios del autor. Guevara produjo una interpretación de las cuestiones fundamentales del mundo de su tiempo, desde una posición anticapitalista y anticolonialista latinoamericana, y concibió una visión de las conductas, acciones, cambios y objetivos necesarios para la liberación de las personas y las sociedades, desde una posición comunista.
La concepción filosófica de Guevara privilegia el papel de la acción consciente y organizada como creadora de realidades sociales y humanas. Esta filosofía de la praxis recupera el papel central de la dialéctica en el marxismo. Sin desconocer realidades existentes y su funcionamiento discernible “y leyes atinentes a lo que esas realidades ‘pueden dar de sí”, estima que el nivel de conciencia alcanzado a escala mundial permite que en cualquier lugar se organicen vanguardias revolucionarias, influidas por la ideología marxista, que prevean hasta cierto punto cómo actuar, y violenten las relaciones con lo posible a través de las acciones colectivas que susciten, al menos, dentro de ciertos límites.
Esa posición marxista es ajena al determinismo social y al dilema materialismo o idealismo, exigidos por las corrientes que han sido dominantes en el marxismo. Para ella la conciencia no es la antítesis de la economía o de ‘la materia’, es el instrumento principal para lograr que las fuerzas productivas y las relaciones de producción dejen de ser medios para perpetuar las dominaciones. La conciencia es una fuerza potencial real para la praxis revolucionaria, que tiende a desarrollarse y crecer si el trabajo intencionado es eficaz, por lo que urge encontrar y aplicar reglas que lo propicien. Una dialéctica de las formas de organización y de autoeducación marca el proceso unificante de creación de nuevas realidades en los individuos y la sociedad. Guevara considera que el factor subjetivo debe ser dominante durante los procesos de cambios revolucionarios.
Guevara planteó de nuevo la utopía del comunismo marxista, desde América Latina y en los años 60, sin ingenuidad ni paternalismo; lo ayudaron mucho sus prácticas, especialmente dirigir durante varios años una parte muy importante de la economía cubana. Su experimento del Sistema Presupuestario de Financiamiento funcionó bien, con participación de doscientas mil personas, y fue mucho más allá que la gestión, la producción y el control económicos. Fue un combate diario por la opción comunista. Combinó en la práctica a individuos, masa, dirigentes, conciencia, trabajo, política, producción, educación, estimulaciones, subdesarrollo, coerción social, relaciones mercantiles, poder estatal, macroeconomía, relaciones internacionales. Fue desde esos materiales que Guevara tejió su trabajo teórico; pero fue más allá de ellos, en el modo mismo de abordarlo, en sus puntos de partida intelectuales, en la formación de un sistema conceptual propio “que incluye en ciertas definiciones lo que debe llegar a ser”, y en desarrollos temáticos parciales, pero vigorosamente articulados. Hizo explícito su tipo de ortodoxia marxista y refirió a ella su creatividad. Sus prácticas y sus ideas resultaron sumamente polémicas. Guevara las debatió públicamente, y las defendió activamente como parte de una lucha política e ideológica.
Por su vida ejemplar, tajante honestidad y concordancia total entre dichos y hechos, Guevara es muy asociado a la palabra ética. Esa valoración es muy justa, pero opino que lo político es el centro de su actividad y el articulador de su pensamiento. Guevara pretende profundas transformaciones de lo político, y propone una gigantesca elevación del contenido y los objetivos del movimiento histórico de liberación humana. Ese es el marco de frases como “el socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la alienación (…) si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria.” O “…el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”. Y de ideas como estas: desde el inicio mismo del socialismo hay que trabajar en la realización práctica del proyecto comunista; el socialismo debe ir constituyendo una nueva cultura y un polo de atracción para los pueblos frente a la cultura del capitalismo mundial, y no un opositor insuficientemente diferente y un cómplice de la explotación a través del mercado mundial; es necesario utilizar todo logro obtenido en los países capitalistas que sea conveniente y factible; se debe combinar centralización con inciativa, progresiva descentralización, participación masiva en la dirección y acción política organizada y concretada contra el burocratismo.
La idea de Guevara y Fidel Castro del poder acumulativo y desencadenante de la guerra irregular en las fases tempranas de una revolución resultó sumamente polémica y tergiversada. Guevara insistió siempre en que la guerrilla es una forma de lucha de masas, negando la antinomia entre ambas; planteó siempre que la insurrección debe ser guiada por un proyecto político y social, postuló el requisito de crisis de la hegemonía de los dominantes y otras condicionantes para que pueda llegar la hora de la violencia revolucionaria, y también la subordinación de las formas de lucha a las exigencias tácticas y la estrategia de cada proceso. Esas ideas son constantes en sus análisis de los procesos en que participó, y rigen en general su práctica política. Sin embargo, la expresión ‘foquismo’ fue la clave de una crítica al pensamiento político de Guevara que en ciertos casos llegó hasta descalificarlo a él y a la experiencia cubana. En esa crítica influyeron: a) la impreparación mental para la lucha por el poder que afectaba a la mayoría de la izquierda, y el abandono de los temas insurreccionales sufrido por la teoría; b) la búsqueda de eficacia insurreccional y de movilización social por parte de militantes activos, enfrentados críticamente a las graves insuficiencias y errores de muchos esfuerzos guerrilleros. No incluyo aquí las sistemáticas campañas de descrédito realizadas por los enemigos de su causa.”
Fernando Martínez Heredia
La Habana
Este texto fue escrito en marzo de 2001, con destino a un diccionario enciclopédico que no lo publicó. No lo acribillé con notas al pie, para mantener su aire de pequeño ensayo, por demás reforzado por el énfasis con que expongo aquí las ideas del Che; todas las frases que aparecen entre comillas son de textos del Che. Por otra parte, las palabras marcadas con una sola comilla son mías, un recurso habitual para denotar que las tomo de un lenguaje que no comparto, asignarle un sentido determinado, o expresar duda del que suele recibir. Creo que puede tener algún valor para suscitar o reforzar el interés en el estudio y el debate del pensamiento del Che.
(extractos del original en: Centro de Estudios Miguel Enríquez)