Nacional | Panorama de las subnacionales en Bolivia: balance preliminar | Revista Maya Nº 58

guevarista
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El retorno a la democracia consistió en una movilización permanente y sin dirección fundamentalmente en los departamentos de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz. No fueron ni los llamados de alguna organización, ni ninguna representación nacional avalada a la que siguieron, la que convocó a las y los movilizados, sino un sentimiento de odio de clase frente a la opresión y la represión cargada de racismo y desprecio a lo popular, donde seguramente el relato oficial actual no alcanza a discernir en esos bloqueos a quienes desafiaron al poder y la derecha.

La resistencia popular, movilizada y articulada en el campo y la ciudad, marcó por lo menos una serie de enseñanzas que deberían ser asumidas hoy y que podríamos puntear como sigue:

a) La democracia popular y comunitaria es contrapuesta a la democracia burguesa, por lo menos en su acción, de donde se retroalimenta rompiendo la institucionalidad;

b) Los sectores y movimientos sociales tienen capacidad de movilización más allá de sus direcciones, ya sean del partido (es decir, del Movimiento Al Socialismo, MAS) y las organizaciones sociales, sobre todo sindicales;

c) El sentido antigolpe, antirepresión y probablemente antidictadura, es articulador de la acción colectiva.

Sin embargo, estos aspectos, que dieron la victoria al MAS en las elecciones nacionales de 2020, no parecen tan claros en ciertas regiones y municipios en las elecciones subnacionales, donde se perdió frente a expresiones de la derecha radicalizada, aunque se ha tenido una victoria electoral del MAS en la gran mayoría de los municipios del país confirmando su presencia nacional, aunque aquello no condice necesariamente con el electorado de las gobernaciones y viceversa. Esgrimamos algunas conclusiones preliminares.

Se gana, pero se pierde

Evidentemente el MAS ha alcanzado la victoria electoral de la mayoría de los municipios, empero es derrotado en los cuatro más importante del eje central: La Paz, El Alto, Santa Cruz y Cochabamba.

Asimismo, es evidente que las características de estos municipios no son exactamente iguales, aunque todos, valga señalarlo para no tener una lectura lineal, condensan la densidad poblacional más numerosa de sus departamentos, excepto en La Paz, donde esta se encuentra en la ciudad de La Paz y El Alto, sobre todo en esta última, y esta característica representa que aglutinan la mayor cantidad de recursos estatales, incluso superiores a los de las gobernaciones.

El MAS en La Paz, con César Dockweiler, con mucho apoyo político, económico e institucional, apostó por un discurso de la “clase media” y de la “inclusión”, eligiendo candidatos a las concejalías  provenientes de la farándula, siendo derrotado por Iván Arias, exministro del gobierno de facto de Áñez. En El Alto, Zacarías Maquera, cuestionado por propios y extraños, tuvo una aplastante derrota frente a la disidente Eva Copa. En Sata Cruz, Adriana Salvatierra basó su propuesta en bailes, mostrando su figura en redes sociales, persiguiendo el voto juvenil y con muy poco contenido, saliendo tercera y muy lejos de Jhonny Fernández, que viene de una tradición familiar y empresarial de derecha moderada. Por último, en Cochabamba, Nelson Cox, que venía proclamado por las bases que se movilizaron en la resistencia al golpe del 2019, casi no tuvo apoyo político, económico e institucional y se le impusieron candidatos a las concejalías desde la dirección del MAS desde donde incluso salieron los candidatos sin el consenso de las organizaciones y movimientos sociales. Asimismo, Cox tuvo que enfrentar el favorecimiento de Reyes Villa, un ultraderechista que pudo pisotear la normativa electoral y la Justicia bolivianas con apoyo en el Tribunal Electoral Departamental y el Tribunal Supremo Electoral, como, de alguna manera, desde instancias como la Gobernación de Cochabamba y e instancias judiciales de todo nivel. El resultado fue un voto cruzado que le dio una contundente victoria a un personaje que fue partícipe de los momentos de mayor enfrentamiento en Cochabamba y el país. No se descarta todo tipo de acuerdos de unos y otros, pero se confirma que la política de la prebenda se impuso.

De este modo, el eje del país se encuentra en manos de la derecha, ahora bañada de legitimidad democrática y presta a la utilización del aparato estatal subnacional para su proyecto.

¿Cuál es el proyecto común en el MAS tras las subnacionales y sus resultados?

Las elecciones subnacionales han dejado una mixtura de discursos de candidatos en las subnacionales; algunas reclamaban un proyecto de transformación profunda y revolucionaria, aunque al parecer fueron los menos, mientras que otros, que aparentemente fueron la mayoría, recorrieron senderos más recatados, sin confrontación y ocasionalmente haciendo arengas sin mayor profundidad, ya que no se reflejan en sus respectivos programas de gobierno. Por último, algunos fueron más tajantes, pues dejaron de lado las bases fundamentales de los principios del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), convocando a una “clase media” y postergando el proyecto y sujetos revolucionarios lo más lejano de sus despintadas campañas.

En este escenario, ¿cómo podría entenderse el devenir de las fuerzas populares cuando el tablero político de forma paulatina ha ido subiendo de tono un discurso liberal disfrazado de indianismo que ha planteado que la política de los “indios” debe equilibrar y complementar, como “el cóndor, que tiene un ala derecha e izquierda”? Claramente, la explotación y la violencia del capitalismo se pueden abrazar al complementarse, mientras que la lucha de contrarios, la lucha de clases, debe combatirse y desdeñarse.

Una de las hipótesis que se han ido desarrollando en nuestras reflexiones apuntan a que, pese a todo, el MAS expresa un hecho extraordinario que se desarrolla en medio de las contradicciones propias del país, y que es necesario apuntalar sus principios y su sentido revolucionario desde las organizaciones y movimientos sociales.

Otra de las hipótesis de reflexión es la que indica que el MAS ha llegado a un momento crisis y debacle prácticamente insuperable debido a las contradicciones internas y los grupos de poder en pugna, cuya gravedad se refleja en la pérdida de horizonte común revolucionario, sujeto histórico de la revolución y la pérdida de una democracia interna con militancia consecuente y ética revolucionarias.

Lo que está claro es que, más allá de este debate, existe la necesidad imperiosa e histórica de recuperar proyecto y sujeto históricos revolucionarios sin alicientes, desde abajo y con una práctica democrática, ética y moral revolucionaria.

MG

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