Las elecciones subnacionales en Bolivia van a poner una definición en la coyuntura abierta por el gobierno de Lucho Arce, emergente de la resistencia popular al golpismo de la ultra derecha, o habrá en alguna medida una recomposición territorial y social del horizonte común revolucionario o la fragmentación generará escenarios caóticos que abrirán nuevas posibilidades para una favorable recomposición de un proyecto de derecha.
Pareciera que la izquierda boliviana no ha aprendido mucho de la experiencia y, pese a algunos exabruptos al mejor estilo del vanguardismo iluminista, había dado por enemigo al actual Gobierno, pero cuando parte de sus figuras tuvieron un puesto de trabajo en el “gobierno burgués”, toda crítica se diluyó. No es casual, nada nuevo puede nacer de la vieja práctica politiquera de la mentira y la maniobra, mucho menos cuando no se ha superado el pasado y y se arrastra como taras los mismos errores y se sigue buscando réditos ajenos.
No hay mucho donde reflexionar, el llamado a una nueva épica revolucionaria es una necesidad histórica para la revolución boliviana y el nuevo escenario subnacional dará el parámetro del tono que debe tener esta y requiere de humildad, crítica, autocrítica y firmeza para actuar con honestidad.
MG
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