Encarar la formación política en tanto un proceso mediante el cual se permita al pueblo organizarse y educarse en la teoría y práctica, que le prepare y capacite para la lucha revolucionaria, es la urgencia esencial, fundamental, para el desarrollo de un liderazgo revolucionario y la construcción de un proyecto que se encare hacia a victoria.
La dificultad de entender en qué supone el estudio, sus materias y los principios a basarse, es disputa de cuanta posición proyecto y tendencia exista en debates metodológicos, teóricos y prácticos. Para la izquierda gobernante, en el último periodo, se decantó por llamar erróneamente a la exposición magistral de auditorio y a la reunión de balance de coyuntura como procesos de formación política, llegando ingenuamente incluso a la distribución de certificaciones que se agitan con títulos grandilocuentes, pequeña victoria en consideración de que a inicios del Proceso de Cambio se repetía irreflexivamente que la militancia era a través de la vida orgánica sindical y la formación la acción orgánica y activa en calle, desdeñando la lectura revolucionaria por la acción militante, el cuadro revolucionario como si se tratara de un proceso eminentemente sindical y de calle.
Paralelamente, la derecha nacional ha ensayado y puesto en práctica un sinnúmero de experiencias más profundas e interesantes y, sin lugar a dudas, provechosas, desde la promocionada formación de liderazgos en temáticas “democráticas” a jóvenes, dirigentes, referentes y autoridades con apoyo curricular en cursos y talleres, bajo el manto de ONGs; la formación continua en temáticas políticas a estudiantes destacados de colegios privados de todo el país, bajo el manto de la reproducción de la Asamblea de Naciones Unidas, con apoyo directo de Naciones Unidas, identificando y promocionando liderazgos con adiestramiento en marcos conceptuales teóricos sobre la política construidos desde el poder hegemónico dominante; y así también fortaleciendo estructuras de acción directa paramilitar como la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) en distintos departamentos.
Si bien se han desarrollado experiencias locales por demás fructíferas, en las escuelas del Chapare, de fuerte influencia guevarista; y en El Alto con potentes elementos indianistas, no han llegado estas a irradiar experiencias a nivel nacional.
Pensar, léase medir el éxito de un proceso de formación, no depende tanto de la cantidad de gente a la que se llega, sino más bien la calidad política de la gente cuando el proceso acaba. Es importante combinar el estudio teórico con la práctica revolucionaria, atravesando una profunda lectura de contexto y entregando capacidades que permitan desarrollar y organizar experiencias prácticas.
La formación política es un proceso integral que necesita una acción continua y sistemática, en un espacio íntimo, que implica estudio regular, discusiones colectivas, críticas y autocriticas, así como la participación y conocimiento en actividades revolucionarias y de movilización de las masas, es decir, conocimiento sobre las principales formas de lucha política.
A partir de este análisis organizaciones hermanas nos plantean el concepto de formación multilateral de cuadros, en referencia al desarrollo del enfoque integral brindando una formación que abarque diferentes aspectos, habilidades y conocimientos, para desempeñar diversas áreas de trabajo y responsabilidades. A fin de ser capaces de comprender y abordar una amplia gama de problemas y desafíos. Esto implica desarrollar conocimientos en áreas como la teoría política, la economía, la política internacional, el análisis de coyuntura, la organización y movilización de masas, la administración, la comunicación, entre otros.
Además, la formación multilateral de cuadros necesariamente debe incluir aspectos relacionados con la ética y los valores, el liderazgo, la resolución de conflictos, la toma de decisiones, la capacidad de trabajo en equipo y la comunicación efectiva.
En resumen, la formación multilateral implica proporcionar una educación completa y diversificada que abarque aspectos teóricos, prácticos y éticos, con el objetivo de preparar cuadros políticos para enfrentar de manera integral los desafíos y responsabilidades que implica la organización de un proceso revolucionario.
VoM
MG
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