Nos conocimos en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Técnica de Oruro, a fines de la década del 60, él estudiaba Ingeniería Civil, yo Metalurgia. Muy pronto hicimos amistad por la posición política, en épocas en la cuales nuestra Facultad era un reducto de las posiciones más conservadoras; éramos un grupo reducido el que promovía posiciones antiimperia- listas, la defensa de los recursos naturales y las aspiraciones de los trabajadores, en una ciudad esencialmente minera.
Lo apodamos con afecto “Sandrini”, por su parecido al actor argentino. Mario se destacó siempre por su espíritu jovial, sincero, pero sobre todo so- lidario, formó parte del Frente Universitario Antiimperialista y temprano se afilió a posiciones francamente revolucionarias, participando en su construcción.
Se produjo el golpe fascista de agosto de 1971 y perdimos contacto, para retomarlo en las condiciones más difíciles en las mazmorras banzeristas en mayo de 1972, en un traslado de prisioneros en un vehículo, en el cual ambos íbamos con los ojos vendados; el movimiento del motorizado hizo que el contacto de nuestros cuerpos magullados se resintieran, aunque permitieron que nos recono- ciéramos primero por la voz, después por la identificación. Mario fue brutalmente torturado, antes y mucho más después de un intento fallido de fuga de una casa de seguridad, le dañaron el rostro, res- tregándolo con espiras metálicas; su formación y consecuencia revolucionarias se mantuvieron incólumes ante semejante agresión.
Nos volvimos a encontrar después en el Perú, me recibió en su hogar, con el afecto de siempre junto a su pequeño hijo y a su compañera de toda la vida, Zulema.
Volvimos a la patria después del encierro y del exilio. Mario, como pocos, mantuvo su militancia y su actividad revolucionaria, con lealtad y consecuencia ejemplares. Mantuvo también su simpatía y su generosidad con todos los compañeros, a quienes, comprometía su solidaridad incondicional.
Era activo difusor de la producción intelectual revolucionaria y antiimperialista, de la memoria de nuestros compañeros y camaradas caídos en la lucha.
La sorpresiva e infausta noticia de su deceso nos produjo hondo dolor y la pérdida de un revolucionario, pero su memoria, su consecuencia y su lealtad serán siempre un ejemplo para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo y de estimarlo.
Luis Alberto Echazú Alvarado
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