Para que el Bono de 1000 Bs. tenga verdaderos efectos multiplicadores y en el fortalecimiento de la producción interna tanto manufacturera como agrícola, es indispensable controlar el contrabando.
Nuestros mercados se encuentran invadidos por papa, uva, duraznos, zanahoria, tomate y otros importantes productos provenientes de Chile y Perú.
Lo propio sucede con alimentos, productos manufacturados, enlatados y línea blanca provenientes de Argentina, Chile y Brasil.
Sabemos que una de las principales causas que alienta el contrabando a gran escala es el lavado de dinero, cosa que se debe controlar a través de la lucha contra el narcotráfico. La otra, el contrabando hormiga que brinda trabajo a miles de personas y que solamente con la oferta de empleo y la industrialización en las fronteras se podrá combatir.
Claro que estas son tareas de largo aliento pero para efectos del bono actual y de los posibles bonos que vendrán en lo inmediato, es posible controlar
con los mecanismos que hoy en día se cuenta como la Aduana y el Control Operativo Aduanero (COA), a lo que habría que añadir el control social en puntos como Desaguadero y Puerto Acosta, Pisiga, Tambo Quemado para productos agrícolas y La Quiaca y Villazón para harina, azúcar, aceite y
todos los que nuestra industria produce.
Algo fundamental es que el área de comunicación del Gobierno oriente y dirija, en cierta forma, hacia dónde debe ir el consumo, es decir, qué productos y a quiénes comprar y porqué comprarlos ahí.
Lo ideal sería que en algún momento por lo menos el 50% de los bonos sean pagados en especie, comprando el Gobierno las mercancías a los productores nacionales para entregarlos luego a todos los beneficiarios.
El objetivo, lo dijo el presidente Arce, es reactivar la economía para que a nadie le falte salud, trabajo y comida en este periodo especial de crisis económica y sanitaria.
Marcos Farfán Farjat