Tercera “toma de Lima”: contundente victoria popular: Ricardo Gadea dialoga con Maya

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Tras la última movilización popular con la “toma de Lima”, ¿cuál es tu evaluación?

Con las consignas principales de “la sangre derramada jamás será olvidada” y “Dina, asesina, el pueblo te repudia”, la tercera “toma de Lima”, la gran movilización nacional contra el gobierno de Boluarte convocada por las organizaciones populares peruanas de las principales regiones del país, se realizó con total éxito el 19 de julio.

No solo ese día, sino los siguientes del mes de julio, que en Perú coinciden con las Fiestas Patrias, las avenidas del centro de Lima fueron ocupadas por gigantescas y combativas columnas de manifestantes, con numerosos grupos provenientes del interior del país. Además de las organizaciones campesinas, sobre todo de Puno, Cusco, Apurímac, Ayacucho, Junín y Cajamarca, se movilizaron también organizaciones y centrales sindicales de la capital, grupos feministas y Lgbtiq+, trabajadores de la cultura, diversos frentes estudiantiles y barriales, partidos políticos progresistas y personalidades democráticas.

No pudo frenar la movilización la campaña de “terruqueo”[1] desplegada por el Gobierno, que sacó a las calles de Lima y de las principales ciudades peruanas a decenas de miles de efectivos policiales y militares, amenazando con una sangrienta represión general. Solo en la capital la dictadura desplegó 24 mil policías ese día. Una vez más fracasó la campaña de desinformación de los diarios y la TV del grupo El Comercio, que controla las ¾ partes de los medios de prensa del país.

Los cuerpos represivos de la dictadura, bajo la lupa internacional después de los 70 muertos y mil 500 heridos en las movilizaciones de diciembre, enero y febrero, tuvieron que actuar con cuidado. Solo se informaron de ocho heridos, dos policías y seis civiles, dos de ellos periodistas.

Según el Ministerio del Interior, el 19 de julio se movilizaron 21 mil personas. Por su parte, el ConulpP[2] estimó en 100 mil los participantes en las marchas y movilizaciones en Lima. Según el informe oficial de la Defensoría del Pueblo, se realizaron marchas y concentraciones en 59 provincias; en 23 de ellas hubo bloqueos de vías nacionales, regionales y locales; y en 64  (32% del total) se efectuaron diversos actos de protesta.

La tercera “toma de Lima” ha sido una inobjetable victoria popular. La dictadura queda seriamente debilitada y aislada. Más del 80% de los peruanos y peruanas repudian al gobierno de Dina, según todas las encuestas ciudadanas. A esto se suma esta movilización de 100 mil personas en Lima, en una sola jornada, afrontando todo tipo de riesgos y amenazas, para exigir que se vaya la dictadura, reposición y libertad de Pedro Castillo, justicia para las víctimas, reconocimiento de derechos, democracia participativa, nueva Constitución, fuera el imperialismo, entre muchas otras demandas populares.

No hay dudas: el pueblo peruano rechaza enérgicamente el golpe de la extrema derecha enquistada en el Congreso y al gobierno fantoche surgido el 7 de diciembre último.

¿Boluarte ha logrado aplacar la acumulación de luchas populares por un Perú más justo, digno e igualitario?

El gobierno de Dina Boluarte sobrevive a duras penas. Está jaqueado por la protesta popular, las investigaciones de sus crímenes, las violaciones de los Derechos Humanos y malos manejos, la crisis económica y los pleitos internos en el seno de la propia derecha enquistada en el Congreso.

Dina Boluarte no es más que la fachada de un régimen violentista y autoritario controlado por la extrema derecha del Congreso, en alianza con la Fiscal de la Nación, los jefes militares, la batería de prensa y tv comerciales y corruptas, y los representantes de las corporaciones económicas que controlan el país.

Más del 80% de los peruanos y peruanas repudian al gobierno de Dina, según todas las encuestas ciudadanas

Desde 2011, Keiko Fujimori y la derecha han perdido todas las elecciones presidenciales, pese a que juntos sus diversos grupos políticos logran mayoría en el Congreso. Cuando Pedro Castillo ganó la primera vuelta de las elecciones de 2021, la extrema derecha lanzó una feroz campaña contra el peligro “comunista”. Al vencer Castillo a Keiko en la segunda vuelta, la extrema derecha se negó a reconocerlo y le declaró la guerra en todos los frentes para intentar vacarlo en el Congreso.

El 7 de diciembre último consumaron la vacancia, aunque sin respetar el texto constitucional ni los procedimientos legales establecidos. Ha sido ampliamente demostrado que la vacancia de Castillo fue arbitraria. Se consumó, en definitiva, por el respaldo de los jefes militares, el servilismo de una parte del Poder Judicial y la abierta intromisión norteamericana.

El plan de la estrecha derecha peruana es hacer del Congreso un superpoder, remplazando el sistema formalmente democrático para convertirlo en una maquinaria servil a sus intereses. Pretenden establecer una permanente dictadura autoritaria que cierre el paso a los candidatos populares y de izquierda que pretendan o intenten cambiar el modelo económico y político.

Ahora mismo la derecha está en plena ofensiva parlamentaria para aprobar las reformas constitucionales que otorguen al Congreso la facultad de cambiar a los jefes del JNE[3], la ONPE[4] y el Reniec[5]. Apunta a controlar el JNE y la JNJ[6], que aún mantienen su independencia. También pretende reestablecer la bicameralidad, para concentrar el poder parlamentario en la Cámara de Senadores. De esta forma se reforzará la representación de Lima y de los grupos de mayores recursos económicos, muchos de ellos vinculados al narcotráfico y los negocios turbios.

La racista extrema derecha peruana y el imperialismo quieren impedir la eventual victoria electoral de otro candidato como Pedro Castillo, el primer “cholo” que llegó a la presidencia del país en los 200 años de República. Más allá de la suerte de la propia Dina Boluarte, lo que se juega en el Perú es este plan de la extrema derecha proimperialista.

¿Frente a esta embestida dónde se ubica la izquierda peruana?

En el Perú actual existe una izquierda institucional, básicamente los partidos y bancadas parlamentarias; y otra social, el movimiento popular, que es fuerte sobre todo en las regiones andinas, donde sobreviven nuestros pueblos originarios.

Mientras que la izquierda social, el movimiento popular, se ha puesto a la cabeza de la lucha contra la dictadura, tratando de unificar al conjunto de las organizaciones sociales y populares del país, la izquierda institucional está objetivamente en crisis.

Los viejos partidos de la izquierda ahora son débiles. Se han contagiado los vicios del electoralismo y la politiquería. Están divorciados de las masas. Hay media docena de bancadas parlamentarias, con casi 40 diputados, que se proclaman izquierdistas y que, sin embargo, contribuyeron con sus errores al fracaso del gobierno de Pedro Castillo y a su vacancia. Hoy gran parte de ellos son aliados del fujimorismo en sus maniobras en el Congreso. Es una triste realidad.

Creo que la única alternativa seria y viable en estos momentos es unir los grupos, partidos y fuerzas sanas de la izquierda, en torno al movimiento popular, al poder popular, que lucha desde las regiones del interior para derrotar los designios dictatoriales y represivos de la extrema derecha. Tenemos que unirnos en la lucha. El Perú del futuro depende de estas batallas.  

¿Qué escenarios futuros se le presentan al Perú?

En la derecha comienzan a perfilarse los intereses de FP[7], el grupo de Keiko Fujimori, fortalecido con la reciente elección de la mesa directiva del Congreso. El nuevo presidente del Congreso, Alejandro Soto, de APP[8], es un corrupto parlamentario con más de 50 denuncias e investigaciones por delitos comunes. Es probable que sea obligado a renunciar, asumiendo el cargo un dirigente de FP. En este contexto, FP ha mostrado sus intenciones de sacrificar a Dina Boluarte, que puede ser vacada por el Congreso, que la ha nombrado, y encabezar una inmediata salida electoral a la crisis con Keiko como candidata, esta vez como abanderada supuestamente democrática.

Dina y sus ministros, responsables de las muertes en las protestas, pagarían por sus crímenes, mientras que Keiko tendría la elección asegurada con un JNE controlado por personas de su confianza.

Más allá de estas maniobras intestinas, la confrontación esencial en el país sigue siendo entre el proyecto autoritario y antidemocrático en marcha, cuyo eje es el Congreso, por una parte, y la lucha de los más amplios sectores populares contra la dictadura, por otra.

Las exitosas movilizaciones de la tercera “toma de Lima” demuestran inequívocamente que el pueblo peruano tiene la capacidad y la fuerza para derrotar a la extrema derecha. Tenemos que proseguir las movilizaciones ciudadanas exigiendo la renuncia inmediata de Dina Boluarte y el cierre del Congreso. Es necesario construir el más amplio frente plural y democrático de todos los sectores conscientes de la sociedad, dispuestos a luchar contra la dictadura, tanto a nivel local y regional, como en el plano nacional.

El punto de partida es la exigencia del acceso a la verdad, a la justicia y la reparación de las víctimas de las masacres. Tenemos que exigir elecciones generales inmediatas, a la vez que defender la autonomía de los organismos electorales, de manera que las elecciones sean libres, justas y limpias.

Es necesario construir el más amplio frente plural y democrático de todos los sectores conscientes de la sociedad, dispuestos a luchar contra la dictadura, tanto a nivel local y regional, como en el plano nacional

Frente a las reformas constitucionales autoritarias que pretende introducir tramposamente la extrema derecha, tenemos que defender con energía propuestas de cambios constitucionales centradas en la mayor capacidad de los ciudadanos y de sus organizaciones comunitarias para incidir en los gobiernos locales, regionales y nacional.

En última instancia, si la extrema derecha no entiende las demandas de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas y continúa adelante con su proyecto dictatorial, lo único que va a conseguir es profundizar la crisis. No nos engañemos. El riesgo es la multiplicación de la violencia y la ruptura de los vínculos que unen a todos los peruanos. Ése es un escenario que debemos evitar.

Se aproximan escenarios electorales en Ecuador y Argentina, ¿cuál es su balance sobre la lucha revolucionaria en la Región? ¿El progresismo tiene una segunda ola? ¿Existirá cabida en este escenario para el socialismo?

La primera ola izquierdista y progresista en América Latina nació de la mano de Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner y Evo Morales, en los primeros años del nuevo siglo. Luego se dio la contraofensiva imperialista, que derribó varios gobiernos izquierdistas, hasta culminar a finales de 2019 con el golpe en Bolivia.

Desde 2020 se ha desarrollado una segunda oleada de gobiernos izquierdistas y progresistas en la Región. Entre otros, en Bolivia, Chile, Honduras, Colombia, Perú, Brasil. Por primera vez en la historia la mayoría de los gobiernos latinoamericanos son izquierdistas o reformistas, precisamente en los momentos en que los Estados Unidos comienzan a declinar su dominación a escala planetaria.

Washington no acepta el debilitamiento de su poder regional y recurre una vez más a su alianza con las oligarquías criollas que subsisten en nuestros países. De allí que estemos viviendo un nuevo intento de contraofensiva imperial: el golpe a Castillo, los ataques a Petro, los retrocesos en Chile, las amenazas en Bolivia, la emergencia del populismo neoliberal en Argentina (Milei). Sin duda, atravesamos momentos decisivos.

Los gobiernos progresistas o izquierdistas latinoamericanos, desde México a Brasil, pasando por Venezuela, Colombia, Bolivia, entre los más notables, son críticos a la dominación tradicional norteamericana sobre la Región y partidarios de una mayor independencia, quieren defender sus recursos naturales y buscan una vía para el desarrollo de sus pueblos, pero no son explícitamente socialistas. Es la verdad. El único gobierno socialista en el continente sigue siendo Cuba, víctima del criminal bloqueo yanqui. De los demás gobiernos izquierdistas del área, solo Venezuela mantiene una línea declaradamente prosocialista a través del PSUV[9].

No debemos menospreciar los enormes avances de conciencia política que van logrando nuestros pueblos. La gesta revolucionaria latinoamericana y de sus líderes históricos, como José Martí, Augusto César Sandino, el Amauta Mariátegui, Fidel y el Che, entre tantos otros, han hecho posible las sucesivas olas de gobiernos progresistas y de izquierda. Cada vez más se afirma mejor la realidad de un futuro diferente para nuestra Patria Grande.

El socialismo es el horizonte del futuro. Será cada vez más factible en tanto que el imperialismo norteamericano declina definitivamente, como consecuencia de la lucha de nuestros pueblos y de los pueblos del mundo. Nuestra perspectiva histórica es una América Latina unida y socialista.


[1] Terrucos o terroristas, calificativos que utiliza la extrema derecha peruana para descalificar a sus adversarios.

[2] Comando Nacional Unitario de Lucha del Perú, organismo centralizador de las organizaciones populares, gremiales y comunales que se enfrentan a la dictadura.

[3] Jurado Nacional de Elecciones, organismo constitucional autónomo que fiscaliza la legalidad de los procesos electorales, el sufragio y las consultas populares, para garantizar el respeto a la voluntad ciudadana.

[4] Oficina Nacional de Procesos Electorales, organismo responsable de la implementación y organización de las elecciones locales, regionales y nacionales.

[5] Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, organismo encargado de la identificación de lxs peruanxs.

[6] Junta Nacional de Justicia, organismo del Poder Judicial, que nombra los jueces y fiscales a nivel nacional.

[7] Fuerza Popular, partido fujimorista que ha sido reiteradamente denunciado como “organización criminal” en los juicios que se le siguen a su jefa, Keiko Fujimori.

[8] Alianza para el Progreso, partido de César Acuña, propietario de la Universidad Privada César Vallejo.

[9] Partido Socialista Unificado de Venezuela, actualmente en el gobierno de ese país, con el presidente Nicolás Maduro.

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